La imagen corporal y preocupación por la delgadez en adolescentes.


La forma en la cual percibimos nuestro cuerpo, así como las actitudes hacia este y las conductas asociadas a su imagen constituyen la imagen corporal. La imagen que cada uno tiene de sí mismo no necesariamente coincide con lo que se refleja en el espejo y es modificable por el aprendizaje, por lo que no es algo fijo, sino que se modifica según las circunstancias y las etapas de la vida. La persona que tiene una apreciación precisa de su cuerpo y que la acepta aún con las características que no le gustan se considera que tiene una imagen corporal sana.

Una etapa del desarrollo especialmente vulnerable para preocuparse por la imagen corporal es la adolescencia. Ambos, mujeres y hombres pueden presentar una preocupación excesiva por la forma de su cuerpo. En general las mujeres tienden a tener más deseos por estar delegadas, mientras que los hombres interesados en tener un mayor volumen corporal, especialmente de musculatura. De manera congruente, encontramos que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son más comunes en mujeres, mientras que la dismorfia muscular (DM) es más prevalente en hombres. Ambos grupos de trastornos comparten entre su sintomatología distorsiones de la imagen corporal, haciendo a quienes lo padecen insatisfechos con el tamaño y forma del cuerpo o alguna de sus partes, lo que es común que conduzca a dietas restrictivas rígidas, conductas compensatorias como ayunos prolongados, ejercicio excesivo o toma de laxantes, con el fin de reducir la discrepancia percibida entre la figura idealizada y la real.

Estudios recientes han apuntado a los padres como uno de los factores de riesgo para estas conductas, aportando valores, actitudes y juicios que crean un ambiente familiar donde se valora el tractivo físico y la delgadez. Se sabe que estas familias son altamente críticas de la imagen corporal y alientan la realización de dietas, además de mostrar mayor preocupación por la apariencia social y física. Las mujeres jóvenes de la década actuales han criado con madres inmersas en la cultura de las dietas, aunado a una gran exposición de contenido en redes sociales y medios de comunicación donde se refuerza y valora mucho la imagen de la mujer delgada y los hombres musculosos, haciendo que, especialmente niñas, internalicen estos ideales y comiencen a hacer dieta a edades cada vez más tempranas.

El proceso de internalización es progresivo, en el cual las representaciones internas del sí mismo del propio cuerpo reemplazan a las interacciones entre la persona y el mundo. De manera similar se internalizan los ideales de un cuerpo deseable. La brecha entre el cuerpo idealizado y el que se percibe tener constituye el grado de insatisfacción con la imagen corporal.

Facchini, M. (2006) Arch. Argent. Pediatr. 104(4).

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