Violencia hacia los docentes, un problema invisibilizado.
Comúnmente los estudiantes de niveles básicos a medio superior pasan una buena parte de su día en la escuela, razón por la cual las interacciones entre pares o entre alumnos y profesores que suceden en este espacio impactan de manera significativa en el estado emocional de quienes están involucrados. Uno de los problemas más preocupantes es la violencia en el ámbito escolar o bullying. Si bien este fenómeno ha recibido gran atención en la literatura desde hace décadas, la forma específica de violencia que se produce en contra de los profesores y por parte de los estudiantes permanece poco explorada y subestimada.
La violencia hacia los profesores se manifiesta en forma de presiones, maltratos, insultos, agresiones verbales y físicas por parte de alumnos e incluso de sus familiares. También puede haber intimidaciones, amenazas, robos y coacciones, o manifestaciones más sutiles y normalizadas como el uso de apodos e insultos a espaldas de los profesores, ridiculizarlos, la desobediencia, actitud indiferente en las clases, acusaciones arbitrarias e infundadas, contestación en tono de voz despectivo, la burla y señalamientos obscenos. En particular la conducta de insubordinación desgasta la imagen de autoridad y validación del docente, pues sienta un precedente dentro del grupo y desinhibe al resto del grupo. Es común que este tipo de violencia se confunda con una tendencia normalizada de los adolescentes de ir contra la autoridad y ser rebeldes; sin embargo constituye una de las principales fuentes de estrés para el docente dentro del aula, aunado a la falta de estrategias pedagógicas y psicológicas para afrontar el conflicto con un menor de edad, que en ocasiones podría tener ventaja y echar mano de esta.
Muchos docentes prefieren hacer caso omiso a las manifestaciones leves de violencia a manera de evitar un conflicto, lo que le permite seguir con su labor, sin embargo, en el largo plazo se sabe que ningún profesor desacreditado podrá dar clase de manera normal, porque ha perdido el valor y el respeto ante sus alumnos, lo que pone al ejercicio de la docencia en crisis y a nivel personal merma la calidad de vida y la satisfacción laboral y de carrera del profesor.
Al respecto se estima que 3 de cada 4 docentes han sido víctimas de algún tipo de violencia, en el caso de los hombres reportan amenazas verbales, señas obscenas, robo, daños a su propiedad y violencia física; en cambio las mujeres señalan con mayor frecuencia intimidación, difamación y manipulación de relaciones. A consecuencia de esto son muchos los profesores que piensan en retirarse a causa del mal manejo de la disciplina en su escuela, bajo salario y pocos beneficios, estrés o presión y percepción de no sentirse valorados y respetados.
En México el problema se agudiza por las condiciones sociales en las que se da la educación, y en especial en la educación privada. La docencia es mal pagada, se vive violencia de distintas formas y hay un temor constante de represalias incluido el despido por parte de directivos. Las instituciones educativas han ido limitando la forma en la que permiten a sus docentes imponer orden en el salón, ante la baja tolerancia de alumnos y padres a una negativa o a una disciplina; paradójicamente, en las instituciones privadas enfrentan por un lado el imponer orden y marcar límites a la conducta disruptiva de los alumnos y por otro las amenazas de los padres de familia de dar de baja al alumno por estar inconformes, lo que representaría un disminución de la matrícula e ingresos a la institución.
Fuente: https://acortar.link/QOnKrl
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