Cómo afrontar el adiós.

La muerte y pérdida de un ser querido es un proceso muy duro por el que todos hemos pasado o pasaremos en algún momento. Si bien es cierto que no todas las personas cuentan con los mismos recursos o herramientas para hacerle frente y en algunas ocasiones este proceso se cronifica y se convierte en un problema serio.

Se estima que esto ocurre entre el 10-20% de las veces que se atraviesa un duelo. Para estos casos existen diferentes técnicas, respaldadas con distintos estudios, que nos pueden ayudar a superar este estado en el que todos podemos caer “prisioneros”. 

El duelo, es un conjunto de reacciones a nivel físico, emocional y social, que se desencadena tras una pérdida significativa: la muerte de un ser querido.

 Los síntomas pueden oscilar en el nivel de intensidad y duración, en algunos casos llegando a prolongarse durante toda la vida. En cualquier caso, recordemos que en un principio se trata de una reacción adaptativa.

El duelo, la tristeza y la ansiedad son los sentimientos más comunes, en ese mismo orden, además del miedo a la soledad. También pueden aparecer sentimientos de culpa y disminuir el interés por todo lo que rodea a la persona, más lo normal es que estos síntomas vayan desapareciendo en un plazo que oscila entre los seis meses y el año de la perdida.

Cuando las reacciones emocionales son mucho más intensas y se dificultan el seguir con la vida diaria y duran más de un año podemos hablar de duelo patológico.

 En estos casos también aparecen síntomas muy poco habituales, como pueden ser las alucinaciones (visiones o voces del fallecido) o las ideas suicidas…

 Este proceso suele complicarse, además por otras conductas como tales como: el aislamiento social, el descuido personal o el consumo de sustancias y es en este caso cuando es conveniente el plantearnos acudir a la terapia de duelo para que los profesionales nos ayuden.

La terapia de duelo, estrategias terapéuticas:

En el tratamiento del duelo patológico se utilizan tanto terapias individuales como terapias en grupo. Incluso se ha visto que en algunos casos resulta muy efectivo emplear ambas. Se trata de potenciar los recursos individuales de cada persona, pero también de ofrecer el apoyo social que necesita para acabar con su aislamiento.

En cualquier caso, el objetivo principal de la terapia de duelo: es no olvidar al fallecido sino trasformar el proceso para que el recuerdo de la persona fallecida no suponga un bloqueo. Las metas fundamentales de esta terapia serían, por tanto las siguientes:

1-Facilitar la expresión de sentimientos y experiencias en relación con la persona fallecida. En muchas ocasiones, la persona ha guardado silencio y no le ha puesto palabras a lo que sentía o pensaba, dificultando la superación de la muerte.

2-Dialogar sobre las circunstancias que llevaron a la muerte. Muchas veces, por el tipo de muerte que se ha producido (suicidio, atentado terrorista, etc.), el duelo se vuelve más doloroso. Hablar sobre ello facilitará la asimilación y la aceptación.

3-Centrar la terapia en la solución de problemas cotidianos y en la readaptación a su vida diaria normal. A través de pequeños pasos diarios se consiguen grandes resultados.

4-Proyectar al paciente hacia el futuro, haciendo que gradualmente vuelva a incorporar actividades gratificantes a su rutina. Esto hará que el paciente sienta que, a pesar de todo, todavía hay cosas que le pueden hacer sentir bien.

Si requieres apoyo comunícate a Maayán Hajaim al 5552925131

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