¿Qué hay detrás de las personas rencorosas?


A pesar de que ahora mismo nos venga a la mente alguna que otra persona rencorosa que hemos conocido, hay un aspecto emocional que no debemos descuidar.

 Esta dimensión, este sentimiento profundo (y sin duda autodestructivo) no lo experimentan de forma exclusiva quienes no saben practicar el saludable ejercicio del perdón. En realidad, este tema tiene su profundidad, sus matices y dimensiones contrapuestas en las que todos nosotros podemos derivar en un momento dado.

Así, cabe decir que más allá de lo que pueda parecer estamos ante un tipo de sentimiento muy recurrente. Lo experimenta por ejemplo quién ha sido herido, abandonado o traicionado por su entorno familiar. Lo sufre quien ha sido engañado en su relación afectiva y son situaciones como vemos comprensibles, aunque no saludables desde un punto de vista psicológico.

No es saludable en primer lugar porque el rencor se caracteriza por un hecho altamente nocivo: la cronicidad. Son estados angustiantes que se alargan en el tiempo, que se arrastran hasta el punto de interferir en otros ámbitos de la vida: cambia el humor, se pierde la confianza en los demás, varían las actitudes y se altera incluso el tipo de trato que prestamos a quienes nos envuelven. 

El rencor es como el óxido, se extiende y termina debilitando toda estructura, toda identidad.

Las personas rencorosas tienen una caja fuerte en su interior; en ella esconden el peso de un agravio, el dolor de un engaño, de una traición o incluso de un abandono u ofensa. Esa caja está blindada por una razón evidente: no desean olvidar ni un matiz de lo sucedido.

 Así, a todo ese daño moral comprimido y a buen recaudo, se le añade esa tristeza que en un momento dado mutó en rabia y más tarde en odio. 

Asimismo, en todo ese tejido psicológico se le suele añadir un último componente: el del deseo de venganza. No en sentido directo o con componentes violentos, dado lo que se desea en la mayoría de los casos es que, de algún modo le sea devuelta a esa persona que nos hizo daño la misma moneda, el mismo sufrimiento y en las mismas condiciones.

A veces perdonar resulta muy complicado, lo sabemos. Sin embargo, debemos tener claro que el perdón es ante todo ese paso que nos permite cerrar una etapa y recuperar el equilibrio emocional.

 Así, y en lo que se refiere a este tipo de perfil caracterizado por un rencor profundo, cabe señalar que además de no querer perdonar, alimentan su propio sufrimiento recordando a diario el peso de la ofensa o daño sufrido.

 Para concluir, tal y como se suele decir el rencor es un abismo sin fondo o un páramo sin fronteras. Nadie merece vivir eternamente en semejante escenario. Aprendamos por tanto a construir vías de escape, caminos para liberarnos y respirar con mayor tranquilidad y dignidad.

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