Cuando el pensar nos hace sufrir
Dentro de nuestras habilidades cognitivas, existen algunas que nos permiten ser críticos y cuestionar lo que vivimos, incluso lo que pensamos y sentimos. Si bien estas capacidades nos permiten analizar y resolver problemas actuales e incluso pensar en escenarios hipotéticos y sus consecuencias, debemos de tener en cuenta que "pensar demasiado" las cosas no es del todo sano, ya que este estilo de pensamiento se relaciona con la “rumiación cognitiva” o pensar repetitivamente sobre lo que nos angustia sin que esto aporte a la solución. Estas, a su vez suelen estar presente en la ansiedad y la depresión.
De acuerdo con el psicólogo italiano Giorgio Nardone: “el desarrollo de tecnologías nos ha permitido hacer el ambiente más adecuado a nuestras necesidades y nos da la sensación de que todo a nuestro al rededor es gestionable y controlable” de ahí que, la necesidad de certeza y control de nuestros problemas y las reacciones emocionales que éstos causan sean una gran fuente de angustia. Esto se manifiesta, por ejemplo, cuando pensamos mucho en algo que de antemano sabemos que está fuera de nuestro control y nos cuesta mucho aceptar de nosotros límites y la incertidumbre intrínseca de la vida.
En personas con este estilo cognitivo es frecuente encontrar que intentan controlar de manera racional las emociones y las sensaciones, por ejemplo, si su vida es satisfactoria racionalizan antes que disfrutar, o bien comienzan a pensar en qué pasará cuando ese periodo de felicidad acabe. También les caracteriza angustiarse por pensar demasiado en algún tema, querer quitarse de la mente esos pensamientos y fracasar, es decir experimentan sus pensamientos como intrusivos, desagradables e incontrolables. Finalmente, tenemos a las personas que se hacen preguntas a dilemas irresolubles, por ejemplo, pensar en qué carrera deberían elegir y asumir que solamente hay una respuesta correcta.
Las consecuencias de esta forma no adaptativa de pensamiento pueden ser:
(1) la dificultad para disfrutar nuestro presente.
(1) la dificultad para disfrutar nuestro presente.
(2) Pensar demasiado a la hora de tomar decisiones y aun así no estar satisfecho con las elecciones.
(3) Delegar la tarea de decidir a alguien más.
(4) Creer que no se está a la altura para asumir ciertas posiciones de responsabilidad.
Así que, ¿Qué podemos hacer?. Es importante tener la valoración de un profesional de la salud con la formación adecuada, él nos podrá brindar orientación acerca de la naturaleza de nuestros problemas y elegirá las herramientas adecuadas para ayudarnos a reestructurar nuestros pensamientos y la forma en la que afrontamos la incertidumbre y la imposibilidad de control.
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