La psicología del sobrepeso



Para comprender las dificultades que pueden existir con el sobrepeso, es necesario entender la psicología de la alimentación misma. La relación que establecemos con los alimentos es profundamente afectiva y emocional. Esto ocurre debido a que las primeras formas de interacción de amor con nuestra madre se dan a partir de la leche que se ingiere, produciendo un vínculo primario y fundante en una relación donde el amor y la ingesta se vinculan. Esto inaugura una forma de relacionarnos con la comida tan complicada y emocionalmente tan compleja como nuestras relaciones afectivas.

En el caso del sobrepeso, en primer lugar, es posible que se haya hecho tan profundo el vínculo entre amor y alimento, que efectivamente sea una forma de brindarse amor a sí mismo; de ahí que personas que desean ser amadas se ocupen sobrealimentándose. 

A pesar de que, en efecto, comer brinda confort, es importante desligarlo respecto al amor, son cosas distintas.
También se afirma que usualmente puede ser un problema de ansiedad. La satisfacción ofrecida por la ingesta abundante tiene efectos sedantes, aunque en muchos casos, esto puede ser seguido por un sentimiento agudo de culpa. La ansiedad que empuja a comer puede ser ocasionada por múltiples elementos, siempre singulares y relacionados con la historia de cada quien, con la forma en cómo se han relacionado con los padres, principalmente, quienes son los proveedores de alimentos, y otros pares y figuras de autoridad, quienes nos demandan que nos alimentemos con tal o cuál comida, por nuestro bien. A pesar de lo complejo de cada una de las tramas individuales, existen conflictos comunes.

Un conflicto muy común tiene que ver con el ideal. En la cultura actual, la delgadez se valora como un bien social extremadamente apreciado, convirtiéndose en muchos de nosotros en un ideal que “debemos” alcanzar, sí o sí, con una suerte de promesa que si lo logramos seremos felices y nos iría mejor los asuntos del amor. Esto somete a demasiada presión y produce un efecto paradójico. Lo mismo que ocurre cuando estamos desesperados por ser amados y ahuyentamos a la gente, algo así ocurre con la comida. Cuanta más presión tenemos sobre el tema, más estaremos pensando en la comida y más se nos va a antojar comer; cuanto menos nos importe, sobre todo al estar ocupado en otras actividades, más fácil será llevar una dieta adecuada.

Otro de los motivos frecuentes respecto al sobrepeso tiene que ver con la idea de comer tanto como sea posible ante la incertidumbre de no saber cuándo volverán a ingerir alimento, o si esto ocurrirá pronto. Viktor Frankl describía que los hijos de los sobrevivientes del holocausto solían sobrealmientar a sus hijos por el temor a los escases que experimentaron. Resulta fundamental comprender que alimento casi nunca falta en nuestra sociedad; que alguien fallezca por hambre es extraordinario -salvo en casos de trastornos emocionales-.

Otro motivo tiene que ver el profundo desconocimiento de nuestro cuerpo, tan común en cada uno de nosotros. Normalmente crecemos con muchas voces diciéndose qué tenemos que comer, cuánto tenemos que comer y en qué horarios. Si bien siempre será importante considerar lo que los expertos en nutrición recomiendan, el error más común es privilegiar lo que otros dicen, sobre cómo siento mi cuerpo. ¿Es suficiente comida, ya estoy satisfecho, ese alimento me sienta bien o no, con aquél me siento inflamado o ligero, a qué hora mi cuerpo se siente más cómodo ingiriendo este o ese otro alimento? Cada organismo es distinto, y la forma de alimentarse es un asunto singular y de deseo, en donde resulta fundamental la sensibilidad para percibir el propio cuerpo. Uno de las más grandes dificultades, es que sobreponemos las voces que nos dicen cómo deberíamos comer, cómo nos deberíamos sentir respecto a lo que hemos comido y cuánto debe de ser suficiente para estar “bien alimentado”. Esto hace que dejemos de sentirnos a nosotros y escuchar qué queremos y hasta dónde. No siempre nuestro cuerpo puede ni debe cumplir con los parámetros establecidos.

Si presentas dificultades por el sobrepeso y ya has intentado acudir con el nutriólogo sin éxito, es altamente probable que sea un asunto emocional lo que te mantiene con esa dificultad. Encontrar un espacio para hablar acerca de lo que significa la comida para ti, cómo te relacionas con ella, qué sentimientos te genera, de gratitud, amor, culpa o incluso enojo, resulta esencial para lograr desligarlos de los conflictos que le atribuimos; normalmente esos conflictos ligados con las personas con las que nos alimentaban o con quien ahora compartimos las comidas. Por lo mismo, no dudes en llamar a Maayán Hajaim, tenemos psicoterapeutas expertos en el tema.

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