Habrá que hacer la diferencia por uno mismo.





El correr de la vida está plagado de diferencias. Algunas de ellas son muy sutiles, casi imperceptibles, otras bastante marcadas, incluso tajantes. Unas no causan absolutamente nada en nosotros, mientras que otras nos mueven profundamente. Muchas nos despiertan felicidad y algunas nos inundan en tristeza.

¿Cómo dar cuenta de las diferencias en la cotidianidad? Por ahí dicen que uno sabe lo que tiene hasta que lo pierde y vaya que últimamente empezamos a dar cuenta de lo que se tenía. Quizás esto es posible debido a que la continuidad fue interrumpida. Ahora uno puede tomar distancia de aquello que lo arrastraba y empezar a cuestionar. 

Antes de guardarnos en casa, solíamos caminar por la vida sin distinguir las diferencias, no obstante, ahí estaban. Por ejemplo, la semana está dividida en días. Incluso la semana es partida en entresemana y fines de semana. Cada día cuenta con 24 horas, ahí otra diferencia. A grandes rasgos, el día lo dividimos en mañana, tarde y noche. A lo largo del mismo tenemos distintas actividades, en tiempos, espacios y con personas diferentes. Sin embargo, a pesar de que cada día tiene sus singularidades, uno las vive como una rutina. A partir de ella, podemos movernos y aquello que acontece fuera de lo común, lo extraordinario, hace la diferencia. 

Entonces, ¿cómo pensar lo extraordinario cuando se ha vuelto lo cotidiano? Pareciera que estar en el mismo espacio, con las mismas personas, sin tener claros los tiempos es nuestra nueva forma de vida. Las diferencias, que en realidad son límites, han sido borradas. Y vale la pena recordar que donde no hay límite, hay caos. 

En definitiva, hay muchos estilos de vida, sin embargo, vivir en el caos trae sus dificultades, puesto que no hay contornos que delimiten una cosa de otra; todo está empalmado y poco diferenciado. Lo único que acontece en estos casos, es angustia, puesto que hay desorden en espacio y tiempo. 

Uno tendrá que elegir y decidir de qué manera transitar la nueva realidad. Si uno está dispuesto a salir de la angustia, tendrá que ingeniárselas y empezar a construir. Habrá que marcar la diferencia. De esta forma se podrá edificar una nueva rutina, la cual permitirá pasar de lo extraordinario a lo cotidiano para continuar la vida.

Quien pretenda replicar su vida anterior a la actual, lo más seguro (aunque siempre existe otra posibilidad) está destinado a fracasar. 

¿Por dónde empezar? Por donde se pueda y se quiera. Será necesario ir cortando para después hilar. La tela adquiere diversas formas a partir de esas dos acciones. 

Alberto Tartakovski Fuhrman 
Psicoanalista
Cel.5554172976

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