La importancia de aprender a priorizar
Aprender a
priorizar, va más allá de saber cómo hacer una buena gestión del tiempo…, dado
que, priorizar significa organizar la propia vida, clarificar valores, recordar
qué es importante y qué es mejor postergar o incluso dejar ir. Nuestras
prioridades deben estar siempre en sintonía con los propios objetivos, los
mismos que, como un faro deben alumbrar e inspirar nuestro camino.
Cabe decir que,
a pesar de la cantidad de recursos que tenemos a mano para hacerlo, esta sigue
siendo nuestra tarea pendiente…
Por lo general, el ser humano tiende a
diluirse en esa espiral cotidiana que lo envuelve. Es más, en la actualidad, y
debido a la hiperestimulación constante, nos cuesta mucho más priorizar; dado
que recibimos demandas e informaciones constantes y nuestra atención, como un
músculo poco entrenado, se deja llevar sin recordar cuáles son sus objetivos,
cuáles sus propósitos.
Ahora bien, la
necesidad de clarificar prioridades va más allá incluso de la mera
productividad personal. Estamos ante una habilidad multinivel y transversal que
impacta en cada ámbito de nuestra vida. Porque quien sabe y recuerda qué es lo
verdaderamente importante:¿ camina mejor en sus relaciones, en su trabajo y en
su desarrollo emocional?
Aprender a
priorizar, esa eterna cuenta pendiente.
¿Por qué a
algunos nos cuesta tanto aprender a priorizar? La respuesta es simple: porque
vivimos preocupados. Nuestra mente va a menudo mucho más rápido que la vida,
porque se siente superada, presionada. Queremos llegar a todo, satisfacer a
todos, resolverlo todo… Así, cuando cerramos los ojos por la noche lo hacemos
con la incómoda sensación de que al día siguiente nos despertará una gran lista
de tareas pendientes.
Cuando se
intensifican, la ansiedad y el estrés intentan tomar el mando. Y cuando esto
ocurre, todo se enreda y se desbarata hasta difuminar por completo cualquier
objetivo propuesto. Aprender a priorizar implica, por encima de todo, minimizar
y debemos aprender a economizar esfuerzos para orientarlos a objetivos
definidos… y algo así solo puede lograrse a través de una mente relajada que
sabe centrar su atención en lo que es importante.
Todo ello, nos
lleva a su vez a una conclusión muy concreta: alzarnos como buenos gestores de
nuestro tiempo y de nuestras prioridades.
No se logra a través de una simple herramienta. No vale con hacernos la
clásica lista de «objetivos vitales».
Aprender a
priorizar, va de la mano del propio desarrollo personal. Implica dar forma a
una mente más centrada capaz de identificar oportunidades. Significa usar las
emociones en beneficio propio para potenciar la motivación.
Y requiere a su
vez algo esencial: buenas dosis de valentía y habilidades directivas. Esas con
las que decidir qué nos conviene en cada instante y qué es mejor dejar a un
lado.
Clarificar
propósitos, reducir la complejidad, priorizar.
Quien tiene
dudas para clarificar sus prioridades permitirá que poco a poco las de los
demás pasen a ser las suyas. Es así de simple, al no tener nuestros propios
propósitos bien delineados, ni metas importantes en las que motivarnos cada
día, llegamos a considerar que las ajenas son más relevantes. Algo así, no es
solo un verdadero problema, sino una forma de dejar en ruinas el castillo de
nuestra autoestima.
Veamos por tanto
qué pasos deberíamos seguir para iniciarnos en este campo del desarrollo
personal:
Si no clarificas
tus propósitos, alguien lo hará por ti.
Si queremos
aprender a priorizar, el primer paso no puede ser otro más que el de clarificar
propósitos.
Para hacerlo, no vale solo con preguntarnos
qué es lo más importante para nosotros. Porque lo más probable es que al
instante surja ese trinomio fundamental: familia, salud y bienestar económico.
Debemos ir más
allá. Preguntémonos lo siguiente:
¿Qué es lo que
quiero para mí en esta vida?
¿Qué es lo que
me apasiona?
¿Cómo me
gustaría verme dentro de 5 años?
¿Qué es lo que
me define de verdad y que los demás no ven o no le dan importancia?
Priorizar no es
gratis, a veces tenemos que dejar cosas atrás
Priorizar,
significa elegir entre varias cosas para quedarnos con una. Implica subir un
objetivo de entre nuestra lista de tareas. Significa también saber diferenciar
entre lo urgente y lo importante. Aún más, y esto es quizá lo que puede
costarnos mucho más: aprender a priorizar nos obliga muy a menudo a tener que
dejar cosas (y personas) atrás.
Debemos estar
muy preparados para ello, porque aunque priorizar implique a veces un coste,
tendrá como resultado la felicidad, la potenciación de la autoestima y alcanzar
nuestros propósitos vitales.
Reducir la
complejidad:
La complejidad
habita en nuestra mente y también en nuestra vida. Cuando sufrimos ansiedad
nuestras prioridades se difuminan, y nuestro presente se vuelve confuso,
abigarrado de pensamientos, preocupaciones y temores. Asimismo, cuando llenamos
nuestras agendas de ocupaciones, de citas, compromisos, tareas y obligaciones
estamos haciendo lo mismo. La complejidad nos domina y nos aleja de nuestras
auténticas prioridades.
Para concluir.
Si deseamos aprender a priorizar, debemos ser capaces de crear una realidad más
consciente donde nos acompañen siempre propósitos claros. Solo así, seremos
capaces de construir nuestros caminos… sabiendo decidir qué nos conviene en
cada momento y qué rumbo es el más propicio.
Si requieres
apoyo recuerda que puedes llamar a Maayán Hajaim al 52925131
Comentarios
Publicar un comentario