Dolor emocional: el sufrimiento invisible



Sufrir una decepción, una traición o vivir una ruptura o un duelo no deja marca en la piel, lo que no quita que el dolor emocional pueda ser inmenso…

Experiencias como la angustia, por la pérdida de un ser querido o el impacto del estrés acumulado en el trabajo, pueden tardan más en sanar que un hueso roto.
Pocos temas son tan controvertidos como la comprensión del dolor en lo que a lo psicológico se refiere.

Somos una sociedad acostumbrada a dar veracidad, solo a aquello que ven nuestros ojos; de ahí, que realidades como el dolor crónico, el lupus o la fibromialgia entren, a menudo, en esa categoría social conocida como “ enfermedades crónicas socialmente invisibles”.

Ahora bien, tampoco podemos dejar de lado el sufrimiento vinculado a los trastornos mentales o incluso a esos impactos emocionales que de vez en cuando se nos presentan.

La persona con depresión también siente dolor, al igual que el paciente con trastorno bipolar o quien acaba de ser despedido de su trabajo. Todas esas situaciones desembocan en una serie de emociones intensas, adversas y altamente dolorosas.
El dolor emocional no se toca, no se ve, no se oye, lo sabemos, más  es real.
Hay dolores para los que un analgésico no sirve. Asimismo, hay heridas que uno no puede localizar en su cuerpo, pero sabe que están ahí, en algún lugar, de forma invisible.

Gran parte de nuestro dolor físico también genera un dolor emocional. Pongamos un ejemplo: cuando nos golpeamos el dedo de un pie descalzo contra una puerta, también sentimos cierta frustración y hasta rabia. No dudamos en decirnos aquello de: ¡Pero cómo puedo ser tan torpe!

Así mismo, cuando hablamos de rechazos no nos referimos solo a ser abandonados por la pareja o rechazados por la persona que nos gusta. Dimensiones, como el bullying, son un claro ejemplo de cómo una persona es separada, aislada y atacada por un grupo social. Recordemos que nuestro cerebro es un órgano que necesita del contacto social y de esa conexión significativa con semejantes.

Así, el hecho de experimentar un rechazo social genera a nivel neuronal un grave impacto.

El rechazo social, por tanto, da forma a un sufrimiento multidimensional. La persona no solo se siente herida emocionalmente, además del dolor psicológico experimentará cansancio, problemas de concentración, alteraciones del sueño e incluso entumecimiento muscular. Es algo sin duda muy llamativo.
¡Si el cerebro sufre, sufre todo el cuerpo…!

Es muy difícil que nuestro cuerpo sea inmune al dolor emocional; su rastro siempre llega, siempre se nota y siempre generará en nosotros algún cambio.
Para concluir, queda claro que aspectos como sufrir estrés continuamente en el trabajo no es lo mismo que rompernos una pierna. Sin embargo, hay un hecho evidente que no podemos descuidar: mientras la fractura de un hueso termina sanando, no ocurre lo mismo, por ejemplo, con los trastornos de estrés o ansiedad. Estos últimos pueden arrastrarse durante años minando toda valía, toda identidad y por supuesto, ¡nuestra salud!

El dolor emocional requiere curas, atención y tratamiento. Si se descuida, empeora; el paso del tiempo por sí mismo no sana heridas, los terapeutas lo hacemos aplicando estrategias y enfoques psicológicos. Por tanto, no dudes en solicitar ayuda cuando así lo necesites. Llamando a Maayán Hajaim al 52925131

Comentarios

Entradas populares