El sindrome del nido vacio.
Despedirse de las personas que más quieres no es fácil y menos aún si se trata de tus
hijos. Como padres, sabemos que en determinado momento ellos tendrán que volar del
nido, pero aunque creamos estar preparados para afrontar esta situación, cuando llega
todo cambia y nuestro mundo se derrumba.
Es normal sentir tristeza y pena ante la partida de nuestros hijos. Hemos sido
responsables de ellos desde pequeños, les hemos enseñado casi todo lo que podíamos
de la vida y hemos estado ahí para ayudarles y apoyarles cuando ha sido necesario. Pero
esto va a cambiar. Ahora van a hacer su vida, se independizarán.
Hay muchos padres que se niegan a asumir esta realidad y esto les provoca
graves conflictos con sus hijos. Aunque cueste despedirse de ellos, tienen que
comprender que esta emancipación les viene bien y que forma parte del ciclo de la vida.
Cuando esto no es así nos encontramos de frente con el síndrome del nido vacío.
Cuando despedirse me duele
El síndrome del nido vacío es un sentimiento cargado de tristeza y de soledad. Los padres
no son capaces de afrontar la marcha de sus hijos y la ansiedad empieza a aparecer en
sus vidas. Por mucho que se hayan creído preparados para este momento, no lo estaban
tanto. Muchos en su interior se niegan a aceptar esta realidad.
Hoy en día esta situación se ha magnificado. Los jóvenes tardan más en marcharse del
nido, algunos incluso nunca llegan a hacerlo. La situación económica o la comodidad de
continuar viviendo con los padres, provocan que estos no tengan la necesidad de
prepararse para una futura partida, creen que sus hijos estarán con ellos siempre.
Es verdad que si tienes más de un hijo esto puede no ser tan difícil. Se irá uno, pero
puede que se quede el otro. En cambio, si tan solo has tenido un descendiente, su
marcha será más dolorosa. Es tu único hijo y no quieres perderle. El hecho mismo de que
se vaya de vacaciones lejos de ti durante una larga temporada ya te provoca cierto temor.
Dejar ir es fácil cuando se ha mantenido una relación saludable entre padres e hijos
También influye el hecho de que los lazos puedan ser más o menos fuertes en la relación
con los padres.
Por ejemplo, si nos encontramos con una madre soltera que ha tenido que
criar a su hijo sola, probablemente el lazo será mucho más dependiente que si la situación
hubiera sido diferente. En este caso, la madre se ha apoyado mucho en el hijo y no
concibe realizar su vida separada de él.
Emanciparse no es una pérdida
Es difícil superar esta situación cuando los padres la ven de una forma tan
dramática. Para ellos, que los hijos quieran dejar el nido significa que los van a perder, y
no podrían estar más equivocados. Simplemente, van a hacer su vida al igual que la han
hecho ellos. Construirán su propia familia, pero seguirán estando ahí.
Claro está que no es lo mismo irse a vivir a otro país que mantenerse en una residencia
cerca de la de los padres. A pesar de eso, muchos son los padres que si no tienen a sus
hijos dentro del hogar sienten que los han perdido para siempre. Por eso, es importante
cambiar la visión que se tiene sobre la acción de despedirse y desquitar que sea sinónimo
de pérdida.
Si estás en pareja, será mucho más fácil superar esta situación. Podéis aprovechar la
oportunidad para viajar, centraros de nuevo en su relación de pareja y vivir experiencias
que hasta ahora no se habían permitido. Son muchos los padres que se olvidan de cuidar
a la pareja porque se centran demasiado en los hijos. Ahora esto puede cambiar.
Si te encuentras solo y te has apoyado demasiado en tu hijo, no le cortes las alas ni lo
hagas sentirse culpable por irse de casa. Sal con tus amigos, habla con los demás,
disfruta de la vida, viaja, conoce gente nueva, pero deja que tu hijo haga su vida.
Recuerda que tú lo hiciste en su momento y no es justo que ahora le pongas barreras a la
persona que más quieres.
Aceptar la situación será muy importante para permitir una emancipación sana
Las circunstancias son muy diferentes, pero nunca podemos intentar retener a nuestros
hijos en casa. Si se quieren emancipar no intentes ponerle piedras en su camino o hacerlo
sentirse mal. No es justo ni para ti ni para él y su relación puede deteriorarse por ello.
Despedirse es difícil, pero es una ley de vida. Tarde o temprano todos emprendemos el
vuelo para vivir nuevas experiencias, crecer y, en algunos casos, formar nuestra propia
familia. Despedirse no es sinónimo de perder ni de abandonar, ni siquiera
implica soledad. Despedirse es avanzar, cambiar, transformarse y madurar.
Si te encuentras en ésta situación y no puedes superarla llama a Maayan Hajaim al
52925131 nosotros podemos apoyarte.
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