Psicoterapia: un espacio y un tiempo para ti



A todas aquellas personas que están próximas a aventurarse al mundo de la psicoterapia o bien aún no se han decidido, este articulo te ayudará a clarificar el por qué es importante hacerlo justamente cuando algo ya no está funcionando con uno mismo, con una relación o una situación laboral.
Si bien es cierto, los estilos de vida del siglo XXI han generado que nuestra atención este enfocado hacia las cosas materiales, el uso de las nuevas tecnologías  o bien en cumplir las expectativas de los demás ir a terapia nos da un respiro de todo este contexto.
Lo que podremos encontrar en ese espacio de crecimiento personal es:

          Es el lugar para expresar lo que te inquieta.
·        Pretende generar un ambiente reconfortante, porque siempre te escucharán.
·        Tendrás la libertad de expresar tus emociones sin sentirte juzgado.
·        Sentirás que alguien te apoya y te ayudará a encontrar soluciones.
·        Es un espacio para descansar de los problemas y poder mirarlos desde otra perspectiva.
·        Si has estado anteponiendo las necesidades de los demás a las tuyas, te ayudarán a promover tu autocuidado y tu amor propio.
·        Podrás hacer una valoración minuciosa de tus pensamientos, emociones y conductas, es decir promoverás tu autoconocimiento. .
·        Y por supuesto favorecerás la comunicación con tu yo interno. Algo que hacemos todo el tiempo, pero con el ruido exterior nos impide escuchar la parte sabía que llevamos dentro.
Por lo tanto asistir a terapia significa aprender nuevas herramientas que son necesarias para mejorarse a sí mismos y para afrontar los retos que nos manda la vida.
 En este sentido Jorge Bucay  en el cuento  del “Leñador tenaz” menciona la importancia de darse un tiempo para ver ¿qué está pasando?, ¿qué cosas están fallando? y poder mejorarlo antes de que tenga consecuencia negativas para nosotros.
Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aun, así que se decidió a hacer un buen papel.
El primer día se presentó ante el capataz que le dio un hacha y le designó una zona. El hombre entusiasmado salió el bosque a talar y en un solo día cortó dieciocho árboles.
– Te felicito- le dijo el capataz – sigue así
Animado por las palabras del capataz el hachero se decidió a mejorar su desempeño al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano, a la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque.
A pesar de todo el empeño no pudo cortar más de quince árboles.
– Me debo haber cansado- pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de tirar su segundo árbol.
Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer.
El capataz le preguntó: – ¿Cuándo afilaste por última vez el hacha?
– ¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.

En Maayan Hajaim tenemos el espacio terapéutico que estás buscando, acércate a nosotros.

Referencia bibliográfica
Bucay, J. (2012).Déjame que te cuente: los cuentos que me enseñaron a vivir.  Barcelona, España. Ed. RBA LIBROS.


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