Infancia y amor


El desarrollo emocional del niño está íntimamente ligado a la relación con sus padres, produciendo importantes efectos en los vínculos afectivos que posteriormente es posible entablar. El niño continúa con su desarrollo aún después de haber nacido, haciendo que el periodo de dependencia con los padres dure muchos años, obteniendo como resultado que si el bebé no cuenta con alguien que se encargue de su cuidado, irremediablemente fallecería. Este hecho biológico deja marcas indelebles en el desarrollo emocional.

El enorme temor que se tiene a perder el amor de los demás, especialmente de los seres queridos, no es sino la consecuencia de ese periodo infantil de dependencia biológica, en donde efectivamente, perder el amor de la madre o del cuidador podría acarrear el riesgo de la muerte. Necesita que se lo alimente, se le cuide, se le limpie, de lo contrario, perecería, al encontrarse indefenso ante el mundo. Esto nos deja tal marca, que produce mucha angustia y se teme perder el amor de los demás, al grado de que se comportan todo el tiempo de forma “amable” -como lo significa la palabra, susceptible de ser amado- con tal de buscar la garantía de obtener el amor del otro, aunque eso conlleve demasiados sacrificios. Incluso cuando efectivamente se pierde el amor de una pareja, usualmente quienes buscan consolar dicen frases como: “bueno, no es el fin del mundo”, o “La vida continúa”. Estas frases lo que muestran es que subjetivamente eso se vive como una amenaza a que termine nuestro mundo o que nuestra vida ya no pueda seguir, y por eso nos quieren animar afirmando lo contrario.
Evidentemente, esto no es más que una forma infantil de vivir la experiencia amorosa. “No puedo vivir sin él o sin ella”, es algo que el bebé perfectamente y con auténtica razón pudiera decirle a sus cuidadores. Sin embargo, es una frase que no corresponde al adulto, y aún así, se escucha con bastante frecuencia. No olvidemos que las primeras personas que amamos y con las que nos encariñamos son nuestros cuidadores primarios, por lo que inauguran en nosotros -aunque no lo recordemos- la experiencia del amor y del cariño, lo que se volverá paradigmático para futuras relaciones.

Esta actitud infantil frente al amor, aunque muy común, puede generar bastantes dificultades interpersonales. Desde celos muy intensos y desmedidos pues se vive como si la vida dependa de su fidelidad-, pasando por relaciones de dependencia en donde se termine soportando mucho dolor y sufrimiento con tal de mantener cercana a la persona que se ama, hasta amenazas de suicidio tras una ruptura amorosa; si no se puede vivir sin el otro, igual valdría atentar contra la propia vida. Evidentemente, estos comportamientos vienen acompañados de una elevada sensación de malestar, angustia y tensión. 

Por lo mismo, si te encuentras en alguna situación con estas características, no dudes en acercarte y llamar a Maayán Hajaim, en donde alguno de nuestros expertos te apoyará a dejar atrás estos intensos temores.

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