La madre y el bebé


“La madre realmente moldea el cerebro del bebé durante el primer año de vida”

Cada vez se escucha más hablar de la noción del apego durante los primeros años de vida de un niño. Esa palabra que puede sonar abstracta es, según los expertos, la clave del desarrollo de la parte del cerebro que posibilita la empatía. Los expertos lo explican así: “la relación de apego entre la madre y el hijo le da forma, moldea el lado derecho del cerebro”.

En que consiste el modelo de salud mental infantil:
Se ha descubierto que el desarrollo temprano, tanto durante el embarazo como después del nacimiento, tiene efectos en lo que sucede después, no solo en términos de bienestar emocional, sino también en lo que refiere al desarrollo de desórdenes psiquiátricos.
Durante el primer año de vida no hay comunicación verbal: es todo emocional.
Esto era terreno desconocido para la ciencia, que no sabía como abordarlo, pero gracias a la tecnología se pudo estudiar el cerebro de niño y de la madre.

El aporte de estos estudios es integrar la biología y la psicología. En particular, se hace foco en el lado derecho del cerebro. El lado izquierdo, que es el que desarrolla el habla, no entra en funcionamiento hasta el segundo año de vida. En cambio, todo lo vinculado al apego se desarrolla durante el primer año. La idea esencial es que la relación de apego entre la madre y el hijo le da forma, moldea el lado derecho del cerebro. Hay una herencia genética natural, pero el entorno social y afectivo va tallando, como una escultura.

En el lado derecho se encuentran las siguientes funciones, está involucrado en los procesos emocionales. Es el que permite llegar a casa, mirar a los ojos al otro y saber que algo anda mal. Las expresiones faciales, las sonrisas, la tristeza, el tono de voz. Allí  esta la habilidad de entender el estado emocional, lo que pasa por la mente o las motivaciones que tiene la otra persona. El punto más importante en este sentido es la comunicación no verbal, de cerebro derecho a cerebro derecho, que se da entre la madre y el niño. Al mismo tiempo que esto ocurre, el cerebro del bebé está doblando su tamaño, y en esto incide el apego.

El nivel adecuado de apego, se da un aprendizaje que no tiene tanto que ver con “hacer” sino con “ser”. ¿Cómo transmitirle la empatía? Siendo cuidadosos y atentos; poniendo al bebé en el primer lugar, siendo abiertos, genuinos, y estando disponibles emocionalmente. Y también ayuda si hay una relación fuerte entre la madre y el padre. La clave de esta sofisticada forma de relacionamiento. El foco no es racional sino emocional. Es la habilidad de la madre de leer la mente y el cuerpo del bebé. Ella tiene la capacidad de aliviar la tensión del bebé, de calmarlo, de regular su estrés, pero también incide en su disfrute y entusiasmo. Es decir, no solo puede escucharlo, sino también regular sus emociones. Ella puede cambiar su conducta. Además, el apego otorga al bebé una sensación de seguridad.

De esta manera, el padre entra un poco más tarde, el primer apego es con la madre. Después en el segundo año de vida, el bebé tenderá un lazo también con el padre. El bebé tiene distintas relaciones con sus padres: la madre es la que lo calma mientras el padre tiene vínculo más enérgico y le enseña a explorar.

Es importante que el niño sepa que el otro está emocionalmente disponible para él. En este sentido, los desordenes psicológicos tienen raíz en el desarrollo temprano del cerebro.  

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