Las desigualdades de poder
LAS
DESIGUALDADES DE PODER QUE SE PRODUCEN EN UNA RELACIÓN DE PAREJA
En este articulo nos estamos refiriendo a la
relación entre mujer y dinero que existe en el discurso de hombres condenados
por maltrato de género en las relaciones de pareja.
Siguiendo el modelo de
poder de género
podemos considerar que la desigualdad de género está basada en cuatro
grandes bases:
• La fuerza o violencia
–tanto de tipo físico como psicológico- (la amenaza con la violencia puede
inducir a que otros obedezcan a nuestras demandas).
• El control de los
recursos (poder económico o control de los recursos básicos).
• Las obligaciones
sociales (en una relación, la parte que tiene más obligaciones sociales está en
una situación de inferioridad en cuanto al poder)
• La ideología (conjunto de creencias que
justifican la desigualdad o las diferencias de poder).
Es
necesario mencionar el dominio de una cultura (o ideología) como es el
patriarcado, entendido éste como un orden social genérico de poder, basado en
el modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Y entendiendo por poder, de
acuerdo con Foucault la capacidad de dirigir las acciones de los otros siendo un modo
de acción sobre las acciones de los otros. De este modo el poder sólo existe en
las relaciones con los otros, siempre aparece en una relación de pareja ya sean
estas individuales y colectivas.
Venimos promoviendo que ganar dinero produce
independencia y por tanto, esta ganancia y su libre uso son condiciones
necesarias para que la mujer pueda ser autónoma y por tanto independiente del
hombre. La falta de trabajo supone una traba para la obtención de relaciones de
igualdad. Con frecuencia podemos
advertir cómo el trabajo de las mujeres se considera como accesorio, frente al
de los varones los cuales son considerados como los proveedores principales del
hogar, como rémora del pasado. Pero es que en la propia educación que hombres y
mujeres reciben, los primeros han sido educados con mucho más énfasis para ser
libres y autónomos y para poseer el dinero y manejarlo sin ningún tipo de
prejuicio.
De hecho, multitud de investigaciones nos
muestran cómo las mujeres se ocupan de decisiones cotidianas y los hombres
manejan el dinero en decisiones importantes considerándose los proveedores
principales del hogar y eso a pesar del trabajo remunerado de la mujer y de la
presencia de ingresos igualitarios.
Cuando hablamos de dinero en las relaciones
de pareja, nos encontramos con la posibilidad de definir el dinero como propio
o bien como dinero común. Convertir el
dinero que individualmente se obtiene en un bien común puede estar dando
muestras de amor y confianza; por el contrario la definición del dinero común
como algo propio y personal es una forma de querer reforzar la posición
personal en el seno de la familia, aumentando así las posibilidades de control
sobre el resto de los miembros.
Los estudios sobre el reparto del dinero en
el interior de la unidad familiar, sugieren que se pueden encontrar con dos
situaciones bien diferenciadas. De una parte encontramos aquellas concepciones
que consideran al dinero como propiedad exclusiva de quien lo gana, esta visión
se acercaría a la idea de unión en parejas formadas por individuos libres y
autónomos en el ámbito económico. Utilizada esta visión en la familia
tradicional donde generalmente sólo trabaja el varón, daría el uso y el poder
sobre el dinero al hombre, dejando a la mujer en una posición totalmente
subordinada y dependiente. La otra
perspectiva entendería el dinero como algo común de la unidad familiar,
independientemente de quién sea el miembro de la unidad que más aporta; esta
visión estaría apoyada en la solidaridad familiar, que son tan frecuentemente
nombrados en nuestra sociedad; Sin
embargo, no podemos olvidar que tras esta aparente igualdad y solidaridad
familiar, frecuentemente se esconden situaciones claramente discriminatorias,
donde el dinero es manejado y controlado como una propiedad particular del
varón.
Parecería que aquella cultura del patriarcado
que nombrábamos al inicio en la que el hombre tiene la capacidad, pero también
el deber, de conseguir el sustento para su familia; el poder, pero también la
obligación, de la tenencia y uso exclusivo del dinero, está fuertemente
instaurada dentro de nuestra sociedad.
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