Las mascotas en la tercera edad
Desde siempre los animales han estado presentes en la vida de los seres humanos, y no solo como fuente de alimentación, sino también para brindar al hombre protección, ayuda en el trabajo, o sencillamente, compañía. Sin embargo, el estudio de la importancia que el vínculo con las mascotas tiene para sus dueños es relativamente reciente.
Las mascotas brindan numerosos beneficios en la vida de las personas. Son ellas quienes nos acompañan, nos dan cariño, afecto y alegría. Por diferentes causas, muchas personas llegan solas a la tercera edad y no por casualidad, buscan la compañía de un animalito que les brinde todo su afecto y cariño.
Los animales en general, y los perros en particular, parecen ejercer un efecto terapéutico indiscutible, actuando directamente sobre el bienestar emocional, mental y físico de las personas mayores, y entre los aspectos más beneficiosos que los animales aportan destacan un incremento en la empatía, el sentirse aceptados y amados incondicionalmente por parte del animal, así como los beneficios derivados de su contacto físico.
Todo ello incide en producir una mejora de la autoestima del individuo. Para las personas de la tercera edad también resulta especialmente adecuada la distracción que el perro les aporta, puesto que se ha comprobado que contribuye a que el anciano aparte su atención de las cuestiones relacionadas con su propio declive físico, brindándole a cambio la oportunidad de pensar en temas más positivos y mantener la mente ocupada de una manera sana y constructiva.
La mayoría de las personas desconocen los extraordinarios beneficios que producen las mascotas (principalmente perros y gatos) en sus vidas. Distintos estudios prueban que las personas que tienen mascotas viven más tiempo y con mejor calidad de vida que las que no las tienen.
El futuro de las terapias con animales: Todo parece indicar que para las personas de la tercera edad, y especialmente para los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores, se está abriendo una vía de refuerzo del tratamiento basado en el amor que los perros ofrecen y reciben de los seres humanos. Apenas acaban de empezar a aplicarse y los resultados ya son alentadores, lo cual induce a pensar que en un futuro se podrían desarrollar muchas más aplicaciones.
Aumento de la autoestima: La jubilación puede provocar en algunas personas un vacío, que se potencia con un sentimiento de dejar de ser útil, impactando profundamente en las personas. Las mascotas con sus requerimientos de atención y cuidados pasan a ocupar un lugar central en la vida de los ancianos, neutralizando esa sensación tan particular.
Efecto socializador: Las mascotas constituyen un factor de acercamiento entre personas en la calle, parques, etc. Es fácil entablar conversación aún con extraños cuando hay una mascota de por medio, fomentando así la socialización de la persona y motivándola a salir de su casa.
Disminución de la tensión y el estrés: Si bien este efecto se manifiesta en todos los dueños de mascotas, es especialmente beneficioso en las personas mayores. Está demostrado que la sola cercanía de un perro o un gato produce una disminución de la ansiedad.
Estimulador de la salud: Las mascotas demandan un mínimo de actividad física por parte de sus dueños, sobre todo si son perros a los cuales hay que sacar a pasear varias veces al día. Está demostrado que realizar una rutina activa diaria es una de las acciones más difíciles de mantener en la tercer edad siendo éste uno de los factores de depresión y de desmejoramiento de la salud. El ejercicio físico moderado pero permanente evita fracturas de caderas y mejora el funcionamiento cardiovascular, entre otros beneficios.
No obstante esto, si la persona tiene alguna complicación con su movilidad, la mascota ideal sería el gato, ya que no requiere paseos y brinda todos los efectos positivos antes mencionados.
Las mascotas ayudan a elevar la calidad de vida de las personas mayores. Por eso es importante alentar a nuestros conocidos - vivan o no solos - a tener una mascota. Inclusive, podríamos tomar el ejemplo de otros países donde es muy común tener animales domésticos en los hogares geriátricos como parte de la terapia. En otros casos, algunas instituciones solventan la tenencia de estos animales a personas de más de 65 años de edad.
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