Emociones negativas


William Damon de la Universidad de Brown, USA, en su libro Grater Expectations, citado por el Dr. Shapiro (1) señala: “Estamos viviendo en una época en la que la ética “centrada en el niño” se ha convertido en una justificación para todo tipo de práctica excesivamente indulgente en el marco de la educación para los niños.  Filosofía que ha multiplicado una gran cantidad de doctrinas permisivas que han disuadido a los padres de poner en práctica una disciplina coherente en el hogar…La premisa alguna vez valiosa del enfoque centrado en el niño ha sido usada (o mal usada) para alentar el egoísmo en los niños y adolescentes de hoy.”  Pensamiento que lleva a la reflexión acerca de la dificultad de muchos padres de poner límites claros que faciliten una adecuada disciplina positiva que no sea ni demasiado indulgente o en su defecto muy agresiva.
Este movimiento educativo en el que las “buenas emociones” son las valiosas y “las malas emociones las villanas lograron generaciones de padres indulgentes y permisivos e hijos sin una inteligencia emocional adecuada.  Cada una de nuestras emociones tiene un propósito determinado y dentro de ella la culpa y vergüenza son más fuerte que las positivas en términos de aprendizaje emocional y cambio de conducta.(2)

El valor de la vergüenza y la culpa:

El Dr. Shapiro define a la vergüenza como: ”una forma de incomodidad extrema que surge cuando los niños sienten que no han actuado de acuerdo con las expectativas de otras personas.  La culpa nace cuando los niños no logran cumplir con sus pautas internalizadas de comportamiento”.  En los estudios recientes de neuroanatomía, continúa el Dr apuntan a que las emociones extremas parecen evitar la porción pensante del cerebro lo que produce un efecto inmediato significativo sobre la conducta y un efecto a largo plazo en el desarrollo de la personalidad.   En muchas culturas la vergüenza constituye  la manera adecuada de castigar la conducta antisocial a pesar de que ello incomode son sociedades con un porcentaje menor de delitos.   En el Japón, la vergüenza y el deshonor están integrados en la moralidad y los valores tradicionales.

Cómo y cuando utilizar las emociones negativas en forma apropiada:

Si se acepta el hecho de que tanto la vergüenza como la culpa son emociones normales en la vida de los niños, el Dr. Shapiro recomienda el cómo utilizarlas:

  1. Establecer normas coherentes y castigos compatibles cuando se violan las normas.  El castigo debe de ser justo, inmediato y efectivo.
  2. Cuando un niño de 10 años o más rompe las reglas importantes se le solicita que elabore una lista con su propio castigo para cada una de ellas que quebrantó.  Luego invitar a un mediador neutral (tío, tía, amigo) que ayude a determinar el o los castigos que funcionarían mejor.  Si el niño o adolescente están de acuerdo en los castigos asignados el mediador puede ser quién se encargue de llevarlo a cabo.
  3. Ser firme  y poco complaciente cuando el niño se conduce de manera inadecuada: no entregar una mala boleta de clase, mentir, no llegar a tiempo, no tomar en cuenta al otro.  El sentir culpa le hará ser consciente de sus conductas y aprenderá a tomar en cuenta al otro y a sí mismo.

Para el Dr.Shapiro, la culpa y la vergüenza no son villanos emocionales, cuando se las utiliza de forma adecuada son instrumentos importantes para enseñar a los hijos los valores emocionales

1.- Shapiro E. Lawrence, La Inteligencia emocional de los niños, Ediciones B Argentina, SA, España.


2.-idem

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