¿Cómo viven los niños el divorcio de sus padres?



Es común que al hablar de divorcio, siempre se considere la separación física de los padres y en pocas ocasiones se refiere el divorcio emocional que se da mucho antes de que físicamente se presente y mucho menos, se atreven a decir cuáles son los sentimientos que se dan en los niños que sufren esta situación cuando sus padres continúan juntos pero a la vez separados.

Cuando una pareja se enamora y decide vivir juntos, se crean ciertas expectativas, como que el matrimonio es para siempre y cuando estén viejos seguirán juntos. Posteriormente, cuando se piensan en los hijos, las expectativas son aún mayores.

Cuando los niños nacen  la vida comienza a cambiar, por lo tanto, las condiciones de vida y la adaptación a las nuevas personas también. Así, el niño conforme se va desarrollando, empieza a sentirse protegido, amado, cubierto en sus necesidades y se crean expectativas: las niñas desean ser como mamá y los niños como el papá.

Cuando se habla de divorcio, generalmente se atribuye esto a la separación física de ambos padres y casi nunca se menciona que los padres puedan estar separados psicológicamente desde antes de firmar los papeles que avalan que ya no son marido y mujer. Así, el divorcio de los padres empieza mucho antes de que lo anterior suceda. Cuando los papás tienen problemas de comunicación, de dinero, en la intimidad,  con los familiares, ya sea por celos u otros factores, comienzan lo que se llama “divorcio emocional”, el cual engendra tensiones casi insoportables, creando una atmósfera perjudicial para todos los miembros de la familia. Los niños comienzan a vivir esta separación de los padres a través de los gritos, enojos, agresiones, salidas constantes de uno u otro de los padres de la casa en común y empiezan a sentir angustia, miedo, tristeza, enojo, etc., inclusive perciben la situación como algo amenazante, creyendo que ellos pueden ser los culpables de lo que está sucediendo porque se portan mal, van mal en la escuela, porque pelean con sus hermanos o compañeros. Así, los niños pasan a un segundo término de importancia para los padres.

Todo esto lleva al niño a sentirse abandonado, solo y por supuesto, su pérdida es muy dolorosa. Ese hogar en el que se sentía seguro, con hábitos constantes, relaciones afectivas amorosas, en donde confiaba que podía estar bien, ahora empieza a desmoronarse poco a poco a través de observar las discusiones constantes de las personas a las cuales admira y que ahora ya no son las mismas. En cuanto a su vida social, siente que si mamá y papá se separan, entonces él no va a saber qué sucederá con su casa, sus juguetes, sus afectos, sus relaciones con los otros, su escuela, etc.

Cuando el divorcio comienza, el niño siente aún más abandonado, ahora sus padres lo colocan en el centro y en la mayoría de las ocasiones, uno u otro padre lo utilizan para dañarse; el niño no entiende porque los padres discuten a cada rato; Todo esto provoca en el niño una serie de ideas que en muchas ocasiones, lo llevan a sentirse humillado, triste, enojado, voluble, rencoroso, apartado de todo.

El divorcio para los hijos, aun cuando pareciera que no les afecta, es un punto importante que marca su vida en muchas áreas. Podría ser que se sientan culpables de lo sucedido y/o  deprimidos con muchos miedos irracionales, podrían estar  muy enojados con uno o ambos padres, reprochan la situación, sentimientos de rechazo, ansiosos, muy sensibles, nerviosos, podrían culpa al padre con el que viven o al que ya no está, tienen fantasías de reconciliación y se sienten responsables de unir a sus padres. Como también podrían tener un bajo rendimiento académico.

Es importante recordar:
  1. Ser consientes de que el problema es con la pareja, no con los hijos.
  2. Es necesario explicar claramente la situación a los niños, diciéndoles que la decisión que los padres tomen es independiente del amor que tienen por ellos.
  3. Si no hay más remedio que el divorcio, siempre será mejor una separación amistosa que una permanente conflictiva, por el bienestar y seguridad de los niños y de la propia pareja.
  4. Es importante que los padres hagan un esfuerzo por superar el rencor y el enojo para no transmitir esos sentimientos a los hijos.

En Maayán Hajaim te escuchamos. Contamos con una línea de ayuda y apoyo emocional telefónico. La atención es profesional, totalmente anónima y confidencial. Tel. 52 92 51 31 Déjanos tus dudas, preguntas o comentarios y con gusto las responderemos.

Comentarios

Entradas populares