El hijo "Sándwich"


No son ni primeros ni últimos y, por tanto, se sienten menos afortunados por ese lugar intermedio, se pudiera decir casi inadvertido, que ocupan en la familia, según afirman los especialistas.

Sin pensar demasiado en las consecuencias, se suele considerar a menudo que los primogénitos son esencialmente responsables y que los últimos suelen ser muy mimados pero, ¿qué sucede con los hijos del medio? Simplemente son los que luchan de por vida intentando encontrar un lugar en la familia y algún motivo para sentirse también especiales. Es por esto que muchos profesionales han considerado la existencia del "síndrome del hijo intermedio" o “síndrome del hijo sándwich”.

Según estos especialistas, estos niños se caracterizarían por crecer sin aquella permanente presión que se ejerce sobre el hijo mayor y sin la excesiva protección que se da al menor del hogar. Sin embargo, los del medio suelen ser los que se sienten de ignorados, de alguna manera,  -por decir lo menos- por sus padres, pues comprueban una y otra vez que sus aciertos no consiguen igual atención como en el caso de sus hermanos mayores y que no tienen tampoco los mimos que abundan para los más pequeños.
Esto, muchas veces, hace que tiendan a ser rebeldes e incluso a comportarse de manera indebida en su búsqueda por llamar la atención de sus progenitores. Y, claro, un comportamiento de esta naturaleza hace que se los considere conflictivos.

Muchos de los hijos intermedios buscan amigos y se relacionan fuera del grupo familiar en donde, quizás, no se sentirán puestos de lado. A menudo ellos tienen una sensación de no pertenencia y de bastante inseguridad.
Los estudios mas recientes demuestran que pasamos 33% de nuestro tiempo libre junto a nuestros hermanos, en realidad más que con ninguna otra persona, también demuestran que el orden de los hijos dentro de la familia y sus interrelaciones también contribuyen al desarrollo de las características de la personalidad, de la autoestima y hasta de la ambición personal.

Asimismo, indican que el hijo mayor suele ser el que más atención recibe de sus padres, justamente por haber llegado primero y que cada cosa que hace se convierte en algo especial. Con el último de la casa también la actitud es especial, pues se trata del ‘bebé' al que todos le dan atención. Con el tiempo las cosas y las confrontaciones pueden llevar a que el hijo mayor sea el que más restricciones tiene y quizás también mayores responsabilidades, como las de cuidar de sus hermanos menores. La llegada de un tercer hijo impacta sin duda la estructura familiar y crea el hijo intermedio y es por eso que el síndrome del hijo ‘sandwich' es considerado como algo muy real.

Los hijos intermedios suelen sentirse ignorados y, por tal motivo, muchos crecen con resentimiento gracias a la atención dada por los padres a los hijos mayores y a los últimos de la familia. Los padres suelen ser menos exigentes y menos demandantes con los hijos del medio y por eso muchos de ellos desarrollan actitudes más relajadas frente a la vida en comparación con sus hermanos mayores; sin embargo, tienen que competir por la atención familiar que los primogénitos suelen acaparar y crecer a su sombra. Los hijos intermedios tienen que esforzarse más para ser reconocidos y pelear más duro para conseguir la atención de sus padres y por ese motivo buscan desesperadamente sobresalir. En cambio, los más pequeños reciben ese sentimentalismo especial por ser los últimos y son mimados mucho más por sus progenitores, razón por la cual son más cariñosos que el resto de los hijos y aprenden mucho de sus hermanos mayores.

Los padres tienden a ser mucho más condescendientes, menos ansiosos y menos demandantes con sus segundos y terceros hijos. Por eso, muchos hijos medios crecen con una actitud más relajada hacia la vida en comparación a sus hermanos mayores.

La rivalidad entre hermanos.- esto es inevitable, especialmente mientras la familia va creciendo. Es en la relación con los hermanos que aprendemos a relacionarnos con lo otros, a poner limites, a defendernos, a luchar por lo que nos corresponde, a negociar, etc. Pasar por este proceso de evolución desde las peleas físicas hasta la capacidad de negociar es necesario para asimilar las normas de relación con los demás dentro y fuera de la familia.
La clave para los padres es tomar una posición neutral en las discusiones entre hermanos, para de esta manera evitar el ejercicio de un constante rol de árbitros.
Algo muy importante a tener en cuenta para evitar las peleas entre hermanos es jamás comparar a los hijos. Ya sea que su hijo sea el primogénito, el intermedio o el menor, es importante manejar sus aciertos de manera individual. Es natural que los hijos se comparen entre ellos y con sus amigos y compañeros y nuestro reto como padres es minimizar los conflictos entre hermanos y no agravarlos más. Los hijos recogen rápidamente cualquier comparación que sus padres hacen en relación con las diferencias entre hermanos y, como resultado de ello, pudieran iniciar juicios de valor sobre sí mismos al compararse con las cualidades y desempeño de sus hermanos y sus amigos, como un reflejo de lo que ellos ven en ese espejo en que se convierten las opiniones que los padres dan.
El cariño, comprensión y valoración que los padres den a cada uno de sus hijos los convertirá en personas seguras de sí mismas. Ellos son los adultos de la ecuación y, por tanto, los responsables de que las relaciones entre sus hijos fluyan adecuadamente y para ello deben demostrar que a todos los aman con igual intensidad, aunque pudiera ser de diferentes formas.

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